lunes, 1 de septiembre de 2014

JOSE ANTONIO CARAVACA: LA TEORIA DE LA DISTORSION "REPENSAR LO IMPOSIBLE"





Toda la tarde con fiebre, en cama, pensando en misterios, el programa de radio, una fémina en particular y de paso mirando viejas películas de OVNIs. Los ratos en los que no duermo son confusos, la temperatura elevada tiene esa cualidad de nublar los sentidos, de ponerte en una suerte de trance en el que nunca sabes bien lo que estás haciendo. Así, las películas se llenan de protagonistas parecidas a la chica en cuestión (muy a pesar de lo variable del color del cabello), el programa de radio bien puede ser un show de TV y los misterios de la mente y el alma… siguen esquivos. Entonces repaso todo y me acuerdo de mi amigo José Antonio Caravaca.
Caravaca parece haber dado en algunas claves de las que persigo, se me ocurre, tras algunas tardes como esta y no puedo dejar de pensar en muchos, cientos de casos de encuentros con el misterio. Sucede que, con el tiempo, uno se pregunta: ¿qué es lo que están viendo? En rigor, cada testigo de hechos misteriosos tiene una visión distinta de lo sucedido en otros casos. Nunca vamos a encontrar —por ejemplo— dos humanoides exactamente iguales. Incluso en la cultura OVNI americana, donde tantos “grises” aparecen ante los incautos, las diferencias se hacen notar en esto de si tienen más o menos arrugas, si sus ojos son grandes o pequeños, si aparecen en una habitación o raptan al testigo en una carretera… las versiones de la realidad son siempre distintas y esto es interpretable desde el punto de vista personal. Claro, las construcciones mentales a las que llegamos tras años de experimentar el entorno de tal o cual manera nos condicionan a la hora de interpretar la realidad. Son verdaderos filtros que nos muestran un poco más de aquello, un poco menos de esto. Así, cualquier policía con un poco de experiencia en toma de declaraciones nos dirá que no importa cuántos testigos tenga un accidente de tránsito, las versiones son siempre distintas, aunque más no sea un poco.
Pero José Antonio tiene otra idea, para mí un poco pariente de las que ya barajaban John Keel y Jaques Valée, aunque personal y actualizada. El punto es interesante y lo llama: “Teoría de la Distorsión”.
“Es una idea que llevo planteando algún tiempo y que sobre todo aplico a los encuentros cercanos con los no identificados, que a mi parecer puede representar una de las pistas más fiables que tenemos los investigadores a la hora de establecer que puede esconderse detrás de todo este tipo de manifestaciones”, me dice con la seguridad del que se tira a la piscina porque sabe que tiene agua. “Hay que tener en cuenta que, más allá de los avistamientos lejanos de luces, de objetos desconocidos que no sabemos identificar, los encuentros cercanos con el testigo nos aportan muchísima evidencia, datos de lo que realmente estamos enfrentando”.


Claro que esos datos son esquivos. Están y no están, por definición. No se pueden tomar a la ligera los testimonios de casos que, la mayoría de las veces, suenan demasiado bizarros. Y es que, por más extraños que parezcan, muchos son los testigos que están convencidos de estar narrando un hecho real y no pocas veces se ha demostrado —polígrafo incluido—, que no mienten. Entonces, ¿se trata de un desvarío? ¿De un roce con el borde? ¿De un acceso real a otra realidad o una realidad expandida?


Como dije, Caravaca se ha hecho estas preguntas muchas veces, por eso considera que: “…el profundo análisis, el intenso estudio de todo este tipo de incidentes, puede traer luz sobre un enigma que llevamos ya más de medio siglo investigando. Hemos recopilado todo tipo de información referida a la aparición de estas extrañas naves y sus —no menos enigmáticos— tripulantes. Claro que al día de hoy seguimos sin poder acercarnos a la verdadera naturaleza del fenómeno”.
Datos, otra vez los datos. Pilas de hojas primero y terabytes de archivos de texto más tarde. Miles de casos investigados, analizados, comentados, desbancados, aprobados… pero la incertidumbre parece ser lo único que se mantiene. Como dijimos, no hay dos OVNIs ciento por ciento congruentes ni humanoides iguales y esto, en rigor, es directamente proporcional al dolor de cabeza de los investigadores. ¿Cómo establecer patrones más allá de lo genérico? ¿Cómo decir qué es lo que está pasando si siempre es “algo distinto”?
“De hecho —continúa Caravaca—, las numerosas aproximaciones que se han intentado hacer por parte de diferentes investigadores y agrupaciones para intentar establecer algún tipo de clasificación sobre la morfología de los humanoides (o de las naves) han resultado infructuosas porque, como digo, existen tantas naves y humanoides como testigos han narrado sus encuentros. Claro que tenemos que reconocer que hay ciertos paralelismos a rasgos generales, pero si analizamos uno a uno cada suceso, nos daremos cuenta que —al margen de que pueda existir un fenómeno real y tangible— parece que de alguna manera está muy vinculado a la psiquis humana y que, de hecho, el testigo puede ser una de las claves para saber qué se esconde detrás”.
 







Caravaca sigue hablando y llega a un punto que me resulta muy interesante: deja las diferencias de lado y se centra en las similitudes. Reconoce, entonces, que sí existen patrones y rasgos, pero están ligados directamente al comportamiento del fenómeno: “Lo que me llama poderosamente la atención es ver como existen cosas que parecen repetirse en todos los encuentros cercanos y que, de alguna manera, contradicen la máxima de algunos investigadores que plantean que nuestro planeta está siendo visitado por varias civilizaciones extraterrestres, lo que explicaría las diferencias en las morfologías observadas en los tripulantes y sus artefactos. Contradicen porque los comportamientos, la manera de interactuar con el testigo, en todos los casos y al unísono parecen seguir un mismo patrón de conducta, una cosa que a todas luces es ilógico. Que diferentes civilizaciones se comporten de la misma manera, como si todas se hubieran puesto de acuerdo, es imposible e ilógico”.


José Antonio dice que si se analizan los datos recopilados en diferentes partes del mundo es fácil darse cuenta que existen algunos comportamientos repetitivos: “…por ejemplo observar que los tripulantes de las diferentes naves toman muestras del terreno, comportándose como científicos o astronautas realizando algún tipo de estudio del suelo, algo que es interpretable por casi todos los testigos. Es presumible para un testigo pensar que una nave espacial procedente de otro planeta exploraría los alrededores al momento de llegar a La Tierra y son muchos los casos en que se ve a los tripulantes desembarcar no solo para explorar el terreno, sino que encima, para mayor desconcierto, lo hacen con herramientas muy similares a las que nosotros mismos tenemos. Palas, instrumentos para cavar en el terreno, para recoger muestras e incluso con bolsas, que de alguna manera me lleva al planteo de si no estamos frente a una representación, una pantomima, que se crea para que el testigo vea acciones fácilmente interpretables y que faciliten la asimilación de la experiencia”. Además, José Antonio sospecha que puede que sean métodos para generar cierto estado de tranquilidad en el testigo ante un hecho “totalmente desconcertante”. Este marco de normalidad también incluye reparaciones de vehículos: “Conocerás bien Fernando, multitud de casos de testigos que ven a los tripulantes del artefacto realizando tareas de reparación como si se tratara de un vehículo como nuestros automóviles que se averían en plena carretera, obligándonos a descender, abrir el capote y realizar reparaciones. Es chocante como, independientemente de la morfología de los humanoides, sean altos, bajos, velludos, con o sin ojos… todos, parecen entregarse a este tipo de situaciones que yo he definido, en mi percepción sobre el fenómeno OVNI, en la Teoría de la Distorsión, como los "arquetipos básicos reconocibles"”.
 


EL AGENTE EXTERNO

Caravaca sigue dando ejemplos de lo que considera, son los puntos más sobresalientes de muchos casos —usualmente— relacionados a la ufología. No me cuesta pensar en una historia dibujada, en cinco minutos, con base a estos «arquetipos básicos reconocibles». En mis libros y narraciones de ciencia ficción, no pocas veces los personajes se encuentran cara a cara con lo desconocido y, la mayor parte de las veces, lo hacen en un contexto medianamente clásico: una noche con o sin luna, en una carretera solitaria, un conductor escucha un ruido o ve un “flash” de luz. Entonces divisa lo que piensa que es otro automóvil, pero que termina siendo “el misterio” personificado. Claro que en toda buena historia existe un porqué, un significado que puede leerse entre líneas. A veces se lo da el personaje, a veces el mismo misterio. Y es ahí donde la pregunta se vuelve sobre sí misma: ¿Qué misterio encierra el misterio?


“Yo no identifico al creador de este tipo de encuentros como una entidad alienígena, entendida como un ser biológico que ha manufacturado su nave en algún recóndito planeta y que acude al nuestro para explorar”, dice José Antonio antes de destacar que su teoría intenta explicar muchos de los incidentes relacionados al OVNI pero tampoco intenta ser una respuesta global a todo lo que se ha podido recopilar sobre el fenómeno a lo largo de los años de investigación.

“Creo, en concreto, que en los encuentros cercanos estamos tratando con la presencia de un agente externo y desconocido, exterior al ser humano pero que, como digo, no es en sí parte de una civilización extraterrestre. Es una entidad, de la cual todavía no he podido acotar su íntima naturaleza pero que establece algún tipo de comunicación, algún tipo de simbiosis y sincronización con la mente humana, con la mente del testigo y de ahí… creo que este es el punto esencial de la Teoría de la Distorsión, de ahí extrae el material del propio testigo con el objetivo de conformar el contexto del encuentro cercano. Entonces, el encuentro no sería más que una grandiosa o espectacular puesta en escena, una proyección tridimensional, que incluso puede tener materia. El agente externo es capaz de crear lo que denomino “materia efímera”, que tiene por finalidad crear ese artificio, esa puesta en escena”. Caravaca remarca que es la mente del testigo, la información almacenada en el subconsciente, lo que utilizaría el agente externo para generar esta suerte de realidad alternativa, aunque medianamente familiar. “Esto se desprende de lo que ha vivido, lo que ha estudiado, visto en TV… eso explicaría también como algunos encuentros cercanos que se producen en lugares muy determinados, como zonas rurales, tengan ciertas características que no se ven en otro tipo de hábitat”.


En su blog destinado a este tema, José Antonio resume: “La Teoría de la Distorsión sugiere que los encuentros cercanos con OVNIs y sus tripulantes, son el resultado de una “Creación Mental Compartida” entre un agente externo desconocido y el inconsciente del testigo. Por tanto, el significado, repercusión y propósito de estas experiencias hay que buscarlo en el plano mental”.

 
 

LAS IMPLICANCIAS DE LO ABSURDO

No pocas veces hemos escuchado algo acerca de un caso que nos parece absurdo, incluso ridículo. La presencia de detalles que “no cuadran” con la idea que podemos tener de una civilización hiperdesarrollada no siempre arroja una duda sobre el hecho en sí, sino más bien sobre la interpretación del testigo. Es cierto que si nos encontráramos cara a cara con humanoides —digamos— un millón de años más avanzados, muchos de sus “hechos tecnológicos” nos parecerían magia hecha y derecha, incluso podríamos atribuir cierta divinidad a las actividades de estos supuestos seres. Pero sucede que la presencia de simples escaleras, hornos, tachas, chapas y tornillos alcanzan para dejarnos pensando en qué es exactamente lo que experimentaron estas personas que dicen haber tenido un encuentro con algo que, por lo general, catalogan como “superior”.
Le pregunto a Caravaca si su teoría cubre este problema y me dice que sí, que es justamente uno de los puntos que siempre le llamaron la atención y que no encuentra problemas para contenerlo dentro de la “Distorsión”.

“Estos detalles parece que están puestos, como decía incluso Jaques Vallée en uno de sus libros: “para restar credibilidad”, y de hecho, se le ha querido dar una gran entidad a este factor absurdo que rodea estos encuentros pero que dentro de la Teoría de la Distorsión, como veremos, tiene una simple explicación”. Le pregunto entonces por algún caso que represente con claridad adonde apunta y comienza a nombrar algunos, hasta que se decide por uno que titula como el de una “ballena metálica que se tragó a un ufonauta”. En ese instante comprendo adonde se dirige y lo escucho con atención.
 
 
 

EL CASO DE WILLIAM LAXTON 

 “Uno de los mejores ejemplos es el de William Laxton. Su caso comenzó sobre las cinco y media de la mañana del 23 de marzo de 1966, en un tramo de la autopista 70, entre Oklahoma y Texas, cuando conducía en dirección a su trabajo. Era profesor en la Base Sheppard de la Fuerza Aérea de Wichita Falls, en el estado de Texas. De pronto el testigo es sorprendido por una gran luminosidad que divisa sobre el asfalto. Antes de que pueda comprender de qué se trata, se presenta una extraña maquina alargada, frente su vehículo, atravesando el camino en un ángulo de 45 grados; lo que le impide el paso. El artefacto parecía estar compuesto de aluminio y —calculó— tendría unos 22 metros de largo por 2 y medio de alto. Contaba en su costado con una ventanilla en forma de ojo de buey y se apoyaba en cuatro patas. En su parte superior se distinguía una antena de unos dos metros doblada hacia atrás. Lo más curioso de la aeronave es que tenía forma de pez, dividido en cuatro secciones iguales.


 El testigo detuvo su furgoneta a unos 90 metros de su posición y se aproximó a pie hasta unos pocos metros del objeto, la extrema luminosidad del fenómeno le permitió ver toda la escena con claridad. Laxton narró que había cuatro luces muy brillantes en ambos lados. En sus propias palabras: «brillo suficiente para que un hombre pueda leer un periódico a una milla de distancia». Aquella cosa parecía estar iluminada por dentro y tenía una burbuja de cristal en la parte delantera, de un metro de diámetro, que al testigo le pareció similar a la carlinga de un avión B-26. En su parte posterior tenía una estructura horizontal de unos 76 cm de largo como una “especie de estabilizador de cola”. En la parte inferior del objeto distinguió una compuerta de unos 120 centímetros de alto y 60 centímetros de ancho. También vio una escotilla que estaba abierta y por la que salía una luz blanquecina. Pero las sorpresas fueron en aumento ya que bajo el aparato pudo observar a un humanoide vestido como un militar. Él lo describe como un traje de dos piezas de color verde, incluso llevaba una gorra de baseball y una linterna en la mano. Y ahí volvemos a lo anterior cuando hablamos de los «arquetipos básicos reconocibles» por parte del testigo, porque inmediatamente se le viene a la cabeza que aquel humanoide, en ese contexto, ha tenido algún tipo de avería y está intentando reparar la aeronave.
Pero ahí no termina la extrañeza del incidente porque incluso Laxton llega a ver, en el hombro del humanoide, unas insignias que son muy parecidas a las de un Sargento Mayor del ejército norteamericano. Además, en los laterales de la nave el testigo ve letras y números. Una especie de “TL”, un 4, un 7, un 6, un 8… y en ese contexto, nada parece tener lógica. Entonces terminamos hablando del factor absurdo, de cómo en una pretendida nave extraterrestre encontramos letras, números e incluso la apariencia de su tripulante es congruente con la de un militar que lleva galones en los hombros. Para concluir la historia, el objeto despega haciendo un sonido como de taladro y se aleja a gran velocidad. Incluso un camionero da su testimonio más tarde confirmando el despegue de un extraño artefacto. Fíjate que el caso tuvo tal consideración que fue investigado por la Fuerza Aérea norteamericana y Laxton, que como dijimos trabajaba en una base en Texas, fue considerado como un testigo de alta calificación.
Dentro de la Teoría de la Distorsión, si la aplicáramos a este suceso, veríamos que el agente externo, cuando entra en comunicación, cuando sintoniza la mente del testigo, lo primero que obtiene es una ingente información de aspecto militar. El detalle de los galones nos da la pauta de que este agente externo ha extraído la imagen del subconsciente del testigo y la plasma en ese escenario que crea para la ocasión”.
 




 Me pregunto (y le pregunto) si en algún momento estamos rozando la posibilidad de un estado alterado o alucinatorio: “Quiero dejar en claro que en ningún momento estoy hablando de alucinaciones o de problemas mentales de los testigos. Estoy hablando de que existe un agente externo que, de alguna manera, es capaz de crear esta aparición con la información que extrae del subconsciente del testigo y la plasma utilizando sus propios engranajes. El testigo en ningún momento es consciente de estar siendo la fuente de documentación para ese escenario que está presenciando con sus propios ojos”.

 

LA MENTE, SIEMPRE LA MENTE

Lucía Cinquepalmi, una respetada psicóloga de la Universidad Nacional de La Pampa que entrevisté alguna vez me dijo que “No somos los mismos a partir de que nos damos cuenta”. La nota venía a causa de unos supuestos casos de “visitantes de dormitorio”, bastante distintos entre sí aunque congruentes con lo que hablamos con José Antonio.
Ahora fiebre baja, estoy temblando… o quizás sea que me imagino en la piel de estas personas al momento de enfrentar lo desconocido. Sea real, sea un truco de la mente, el espanto no debe ser poco. Imagino lo que habrá sido para ellos “darse cuenta” de que algo inexplicable les había pasado, aceptar que la realidad ya nunca sería la misma. Y lo digo con mucha seriedad. No importa si sucedió o no… importa si es real para el testigo, la mella que deja el evento se hace palpable en sus accesos a la ansiedad o en esa mirada distante, la del que ya no se sorprende con nada. De cualquier manera es un trance que hay que llevar en los hombros.


Pero supongamos por un momento que contamos con todas las pruebas para asegurar que estos casos son reales y que la teoría de Caravaca es ciento por ciento acertada: ¿entonces? ¿Acaso estas entidades tienen la capacidad de abrir un puerto secreto en la mente del testigo? ¿De enchufar un cable imaginario por el que trasmiten y descargan los datos que les interesan?


“Si, yo creo que esa es la clave de este tipo de experiencias. La comunicación que se establece entre la mente del testigo y el agente externo. Evidentemente, el testigo, en el momento en el cual se está produciendo la experiencia, no puede ni siquiera imaginar que muchos de los elementos que está observando están siendo aportados por su propio subconsciente. Distorsionados, de ahí la Teoría de la Distorsión, ante sus propios ojos para que formen este episodio de supuesta visita extraterrestre. El agente externo quiere que ese sea el mensaje, es la historia inducida que quiere que creamos, como hace siglos intentaba disfrazarse de apariciones fantasmales o cualquier otro tipo de sucesos paranormales”.
Esto me recuerda a los íncubos y súcubos, a kappas y duendes, y muchas otras leyendas que, en distintas partes del planeta, se mantienen vivas con el folclore y el miedo. “Existen interesantísimos paralelismos con las investigaciones realizadas a finales del siglo XIX y principios del XX por los parapsicólogos, en todo lo referente a lo mediumico y a los contactos con el “más allá”, que tienen una semejanza extraordinaria con ciertos aspectos del fenómeno OVNI. Pero como tu bien indicabas Fernando, la comunicación, cuando el agente externo es capaz de profundizar en nuestro subconsciente, logra extraer la información”, y agrega que para exponer un ejemplo, es buena idea pensar que al agente externo es un maestro en un aula donde los testigos son los alumnos. Entonces, el agente pide que se haga una narración con tres elementos dados: un bosque, un duende y un castillo. Las bases siempre van a estar pero las historias serán indefectiblemente distintas gracias a lo que sus mentes harán con estos elementos dados. Diferentes capacidades creativas, formaciones y hasta humores pueden devenir en historias muy, demasiado dispares. Caravaca dice que este principio lo aplica a los encuentros cercanos y lo llama la “creatividad onírica”, puesto que se producen creaciones parecidas a las que experimentamos cuando dormimos, ese momento en que —siempre bajo supuestos incluso para la ciencia— se libera el subconsciente.


“Y volvemos a lo absurdo. Porque podemos imaginar que conducimos nuestro vehículo y que este tiene solamente una rueda. Durante el sueño esto nos parece una cosa absolutamente normal y solo al despertar nos damos cuenta de lo absurdo, de lo incoherente de haber conducido un coche con una sola rueda. Pues este tipo de detalles los encontramos incrustados dentro de las experiencias OVNI”, e insiste en que para cualquier investigador sería muy difícil encontrar un sentido a los detalles más bizarros del caso Laxton. Pero sucede que el testigo reúne en su mente esta información relacionada a los uniformes militares y linternas: “…por lo tanto podríamos hablar de una creación onírica, con los datos que tiene el testigo pero que son distorsionados para que el testigo no reconozca sus propios pensamientos en la interacción. De hecho es importante destacar que la participación del agente externo hace que la mente no aporte demasiado material incoherente. Porque entonces tendríamos noticias de incidentes en los que el testigo hubiera visto a su madre en los controles de un objeto volador. El agente externo, como director de la creación, establece un papel de controlador y evita todo este tipo de imágenes que se podrían producir en el caso de que la mente humana fuera la única que está creando las situaciones”.
 
 


INMERSO EN LA DISTORSIÓN Y LOS FENÓMENOS PARASITARIOS

A esta altura me queda claro que la teoría de la distorsión cumple en llenar huecos que parecían imposibles. Es una teoría elegante, en la que se propone explicar con cierta simplicidad una serie de hechos complejos y desconcertantes. Quizás, como dice José Antonio Caravaca, no aplique todos y cada uno de los casos o variantes dentro del tema OVNI —y por qué no paranormal—, pero se acerca bastante a poner el Norte en una idea más o menos general: “algo está jugando con nuestras mentes”.
Claro que para finalizar este capítulo me encantaría tener una respuesta, una pista al menos de qué es ese “algo”, pero se me hace muy complejo imaginar de que se pueda tratar. Si estuviera escribiendo un libro de ciencia ficción me tiraría por el lado de la presencia de entidades interdimensionales que, de vez en cuando, son capaces de interactuar con nuestra realidad o que nosotros mismos, ante ciertos estímulos electromagnéticos somos capaces de exponernos a esas interacciones. Como sea, necesito preguntarle a Caravaca que piensa, que considera que puedan ser estos «agentes externos».
“Es la pregunta del millón, Fernando. Pero la verdad es que este quizás sea el asunto más complejo a la hora de dilucidar que puede esconderse detrás de este tipo de manifestaciones. Ya decía al principio de nuestra charla que quizás dentro de la amplia casuística ufológica podamos tener incluso la presencia de fenómenos totalmente diferenciados, y lo que estamos intentando es arrojar luz concretamente sobre este tipo de manifestaciones que hemos observado en multitud de encuentros cercanos. A mi entender, cuando hablamos de «agente externo» nos referimos a algún tipo de entidad, de energía, que quizás tenga alguna relación con el inconsciente colectivo que tan bien definió Carl Gustav Jung. Incluso diría que podría ser un fenómeno del tipo parasitario, que necesita la interacción, esa comunicación de la que hablábamos entre la mente de los testigos y este operador, que necesita la creación de estas vivencias”.

Lo escucho y pienso en cuantas veces necesitamos de alguien más para sentirnos mejor, entonces recuerdo que tengo fiebre y vuelvo a la cama. Me pregunto si algo, ahí afuera, necesita de nosotros para cumplir con un fin esquivo, o simplemente divertirse un rato. Lo medito, lo doy vuelta, pero solo queda esa sensación brumosa de la Distorsión.


 


Fernando Silva Hildebrandt
entrevista original aquí


*Teoría de la Distorsión"